“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
—Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
En 1806 y con la llegada de la imprenta a Puerto Rico, nació el primer periódico en la isla. No fue hasta 1972 que las universidades comenzaron a impartir cursos en periodismo. Para ese entonces, varios diarios ya circulaban por los hogares de miles de puertorriqueños con las noticias del día anterior que sus grupos editoriales entendían que eran las más relevantes.
Con la transformación de lo que Gabriel García Márquez llamó como la “mejor profesión del mundo” también llegó el internet, una tecnología invisible que de un lujo se convirtió en necesidad. Junto con la extensión de la información electrónica, los periódicos digitales comenzaron a proliferarse. Sin embargo, a medida de que esto ocurría, personas o grupos con poca o ninguna preparación académica en periodismo comenzaron a ocupar los espacios reservados para brindar noticias. Esta realidad, sumada a la llegada de las redes sociales, ha creado una confusión generalizada sobre qué debe ser considerado noticia y qué no.
El 2020 ha sido inclemente con los medios de comunicación a nivel local. El COVID-19 parece haber perpetuado las condiciones desfavorables de cientos de periodistas que, aunque es fácil olvidarlo, también forman parte de la sociedad y se ven afectados por las decisiones de sus líderes gubernamentales. Los despidos, cesantías y reducciones en sus jornadas laborales han tenido el resultado de inclinar la balanza hacia la desinformación, el oportunismo y la propaganda. Nos ha hecho preguntarnos: ¿Se puede vivir del periodismo?
Cuando analizamos desapasionadamente esa interrogante, no podemos hallar una contestación concreta y categórica, pues muchos otros factores entran a la ecuación. Los modelos de negocios actuales en la prensa no alientan a que el obrero de la información noticiosa sienta la verdadera libertad de pensamiento y flujo de ideas al momento de informar. Juntos podemos cambiar esto.
Por años nos han hecho pensar que la verdad no cuesta, cuando la realidad es muy distinta. La verdad cuesta días, semanas y meses de investigación, de crear relaciones con las fuentes periodísticas, de leer, de analizar, de escribir y de repetir el ciclo una y otra vez. Cuestan horas de sueño, de eventos familiares, de celebraciones de cumpleaños. De eso último doy fe, pues desde las 6:00 a.m. de hoy escribo estas líneas en el día de mi natalicio.
La verdad sí tiene un precio que muchos periodistas han pagado, muchas veces sin recibir remuneración. Indudablemente, el sacrificio ha sido necesario para los que piensan en el bien colectivo antes que el suyo. Son muy pocos los que se alejan de esta norma general, la cual ha servido para revelar un sinnúmero de escándalos por las acciones negligentes y criminales de las distintas administraciones de turno, gracias a la fiscalización desde el cuarto poder. Gobiernos que con nuestro dinero pagan anuncios publicitarios para secuestrar el quehacer noticioso con dinero, pues saben que no se puede pagar con dignidad las cuentas ni la compra en el supermercado.
A esta cruda realidad se han unido los dueños del periódico, de la estación radial, televisiva, de los portales web y los “influencers”, quienes incidental o intencionalmente aceptan que la forma principal de generar ingresos sea a través de las pautas publicitarias. Mantener un taller abierto conlleva mucho dinero, eso no lo despinta nadie. Sin embargo, existen otras opciones para evitar la clausura de estos espacios y a la misma vez preservando pilares del periodismo como la objetividad, el balance, la imparcialidad, la atención al detalle, la justicia y sobre todo, la verdad. Y para eso, hace falta un periódico NUESTRO.
Les presento a NUESTRO, periódico digital que no se expresa por ti, porque es el pueblo el que habla con voz propia. Un espacio que busca romper con la práctica de crear contenidos para tu consumo, pues serás tú el que dictará qué quieres leer. Es un modelo moderno, que siente como su país de origen sin importar en dónde se reside. Es conciso pero no le importa hablar mucho cuando hay que hacerlo. Es informal pero profesional. No es partidista aunque hablará de política.
No se junta con nadie, pues es de todas, por todos y para todes.
17 respuestas a “En Puerto Rico, necesitamos un periódico NUESTRO”
Excelente iniciativa. Te felicito. Sigue adelante.
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Adelante!!!
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Será excelente ver esas ideas materializarse, éxito
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Muy bien! Hace falta sanear el periodismo que desinforma y confunde a nuestro pueblo. Triste q la prensa de Puerto Rico haya perdido su norte. Mucho éxito!
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Excelente, donde brillará la verdad y no la transparencia porque de ella se pueden ocultar muchas cosas, aquello que es transparente no se puede apreciar.
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Que sigan creciendo las voces honestas!!!
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Que bueno, espero que sean serios en lo que reseñen. Bienvenidos
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Si la justicia y la verdad es su norte, van por buen camino. Exito!
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Se necesitan periodistas, no lectores de “telepronters”, indicandoles lo que la gerencia del medio y sus intereses, quieren que digan
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Me gusta, se lee bien, cada vez se hace más difícil detectar la verdad. Está muy mezclada con la mentira y los intereses privativos. El ciudadano de a pie no tiene los medios de poder develar la verdad.
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Mis felicitaciones por el nuevo concepto. Necesitamos voces que lleven nuestro sentir, a los que no sabemos como hacerlo. Sí podemos aportar de otra forma.
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Muy bien, necesitamos espacios para un diálogo abierto y franco sobre las situaciones que día a día están sucediendo e PR
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Nunca es tarde. Adelante!
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Me encantan estos medios alternativos, tengo mucha confianza en lo que hacen. Espero leerlos. Adelante y éxito.
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Éxitos!!!! mientras más periodistas tengamos, un mejor país aseguramos.
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mucho éxito y mucha fortaleza
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Tremenda iniciativa, Rafelli! Un abrazo! Éxito!
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